El tiempo y su imagen no suelen distar mucho entre sí, al punto que no resulta extraño aquel comentario de un joven adolescente a su padre, confesándole que durante toda su infancia supuso que en los tiempos de aquél la vida y el mundo eran en blanco y negro, como las fotos y los filmes antiguos que había visto de niño, y que en un determinado momento màgico habìa irrumpido el color, justo cuando él había nacido.
Mario Fonseca.
Fotografìa. Floro Manco, tomado del facebook de Fotos antiguas de Barquisimeto..
domingo, 28 de septiembre de 2014
sábado, 27 de septiembre de 2014
Caracas Ciudad Revelada
La ciudad que hemos construido es un eterno regreso al futuro.
José Ignacio Cabrujas.
El arquitecto Juan Pedro Posani afirma que Caracas es el conjunto de la ciudad que hemos heredado y la ciudad que hemos intervenido. Vista así, nuestra relación con ella implica construir, día a día, la nueva ciudad que queremos (o no) y a la vez descubrir su pasado y el legado que hemos recibido.
Esta visión fue razón e inspiración de un ambicioso proyecto llamado Caracas Ciudad Revelada.
El museo como actor real.
El proyecto, que arrancó en 2008, fue concebido por José Luis Guevara y Luis Chacín desde la subdirección de educación del Museo de Bellas Artes (MBA).
En palabras de Guevara, nació de "la necesidad que teníamos de relacionarnos con las comunidades que teníamos alrededor del museo, que son La Candelaria, Catedral y El Silencio”. La idea, afirma, era convertir al museo en un actor real dentro de las parroquias “porque tenía un bajo perfil. Los vecinos hacían su vida en la plaza, el parque Los Caobos, el antiguo Ateneo y el Teresa Carreño, pero dejaban de lado al museo, que se estaba convirtiendo en una especie de fantasma".
Lo primero que se plantearon Chacín y Guevara fue encontrar una manera de que el museo tuviera relevancia para sus vecinos. "Querìamos darle visibilidad, que se convirtiera de nuevo en un actor vàlido dentro de las parroquias". Y el programa Caracas Ciudad Revelada surgiò entonces como una propuesta prometedora".
Programa Comunitario.
Al comienzo la idea era hacer un programa de largo aliento, realmente comunitario. Pero habìa màs preguntas que respuestas, recuerda Guevara.
"Estaba muy en boga la palabra comunitario, todo el mundo la utilizaba como una especie de comodín. Yo querìa hacer un programa que nos ayudara a indagar què era eso de comunitario, porque sentìamos que se tocaba el tema, se hablaba, se utilizaba la palabra como un comodìn, pero cada vez que uno trataba de hurgar un poquito màs a fondo, lo que habìa era una especie de retòrica vacìa".
De la palabra a la acciòn.
Guevara y Chacín decidieron que la mejor forma de explorar lo comunitario era comenzar de una vez a relacionarse con las parroquias. Escogieron trabajar con la fotografía por ser un recurso contemporáneo y accesible. Un niño o una niña de corta edad ya tienen un teléfono con una cámara , y la fotografía es, además, "un lenguaje más cercano a la gente", comenta Guevara.
El trabajo en las parroquias se le encargó a las escuelas de fotografìa que hacen vida en ellas. La Candelaria la tomó el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón; la parroquia Catedral quedó a cargo del Núcleo Fotosensible, y El Silencio fue abordado por la escuela de Roberto Mata.
Luis Chacín asegura que "se hizo mucho énfasis en el patrimonio, en la memoria histórica de cada parroquia y en la carga autoral que le daban las escuelas de fotografía. Todas las fotos fueron hechas en negativo. Tambièn se incluyeron algunas de la colección del MBA sobre la ciudad".
La muestra de estas imágenes fue el inicio de un programa que iba más allá de la exposición; era parte de un proyecto más amplio. Se esperaba que la exposición del trabajo hecho en las parroquias fuese itinerante.
"Cuando haces un trabajo comunitario, debes buscar sitios donde anclar ese trabajo, y nos preció pertinente que las escuelas lo fueran. Sobre todo porque en ellas conviven distintas personas, sin importar su eligión, ni su ideología. Son espacios mixtos y comunes", comenta Guevara.
"En lo personal -agrega- creo que el trabajo comunitario debe tratar de apoyarse en aquello que nos hace converger, buscar convergencia, buscar aquellos motivos que nos unen,".
Los espacios públicos de estas parroquias tenían para el proyecto, especial importancia, pues "son los espacios en los que la gente hace vida; en ellos se pueden ver los hábitos urbanos de las personas. Y se puede advertir además, que incluso espacios muy cercanos entre sí, como la plaza El Venezolano y la plaza Bolìvar, a pesar de que estan a una cuadra, tienen un tipo de pùblico completamente diferente", refiere Guevara.
Proyecto con vida propia.
Por ser un proyecto comunitario, el programa comenzó a cobrar vida propia. Y surgieron cosas que Chacín y Guevara no habían planeado. Eso implicó cierta apertura para entender que si bien el proyecto partía de una idea muy bien concebida, tenía que dar cabida a la respuesta de la gente.
Entonces se reveló el sentido de lo comunitario. El significado de la palabra estaba en la respuesta de la gente, en el hecho de que la comunidad se identificara con el programa y lo sintiera como propio. En elementos como que la comunidad prestara equipos para que las actividades no se cayeran , porque les importaba muchísimo que el programa siguiera.
El proyecto no se quedó allí. Se amplió con talleres de fotografía dictados por Hernán Villar, Rodrigo Benavides, María Teresa Boulton, Esso Álvarez, Edgar Moreno y Zacarías García.
Caracas Oral estableció recorridos con escolares, contando y comentando la historia y la arquitectura de diferentes sitios de la ciudad; diversas instituciones como el Instituto Universitario de Danza, el Metro de Caracas y Fundacenaf también se plegaron a Caracas Ciudad Revelada, apoyando con diferentes actividades.
Una mirada al pasado para rescatar la memoria gráfica y reconocernos, una mirada al futuro para construir la ciudad que queremos. Caracas Ciudad Revelada fue un proyecto en el que las instituciones realmente lograron vincularse con la comunidad en la construcción de alternativas urbanas y en el que las instituciones se articularon entre sí en la búsqueda de un objetivo común, ejemplo a seguir en los tiempos que vivimos.
Héctor Rattia
Originalmente publicado en La Artillerìa Nro 22. Encartado en el Correo del Orinoco del domingo 1ero de agosto de 2010.
José Ignacio Cabrujas.
El arquitecto Juan Pedro Posani afirma que Caracas es el conjunto de la ciudad que hemos heredado y la ciudad que hemos intervenido. Vista así, nuestra relación con ella implica construir, día a día, la nueva ciudad que queremos (o no) y a la vez descubrir su pasado y el legado que hemos recibido.
Esta visión fue razón e inspiración de un ambicioso proyecto llamado Caracas Ciudad Revelada.
El museo como actor real.
El proyecto, que arrancó en 2008, fue concebido por José Luis Guevara y Luis Chacín desde la subdirección de educación del Museo de Bellas Artes (MBA).
En palabras de Guevara, nació de "la necesidad que teníamos de relacionarnos con las comunidades que teníamos alrededor del museo, que son La Candelaria, Catedral y El Silencio”. La idea, afirma, era convertir al museo en un actor real dentro de las parroquias “porque tenía un bajo perfil. Los vecinos hacían su vida en la plaza, el parque Los Caobos, el antiguo Ateneo y el Teresa Carreño, pero dejaban de lado al museo, que se estaba convirtiendo en una especie de fantasma".
Lo primero que se plantearon Chacín y Guevara fue encontrar una manera de que el museo tuviera relevancia para sus vecinos. "Querìamos darle visibilidad, que se convirtiera de nuevo en un actor vàlido dentro de las parroquias". Y el programa Caracas Ciudad Revelada surgiò entonces como una propuesta prometedora".
Programa Comunitario.
Al comienzo la idea era hacer un programa de largo aliento, realmente comunitario. Pero habìa màs preguntas que respuestas, recuerda Guevara.
"Estaba muy en boga la palabra comunitario, todo el mundo la utilizaba como una especie de comodín. Yo querìa hacer un programa que nos ayudara a indagar què era eso de comunitario, porque sentìamos que se tocaba el tema, se hablaba, se utilizaba la palabra como un comodìn, pero cada vez que uno trataba de hurgar un poquito màs a fondo, lo que habìa era una especie de retòrica vacìa".
De la palabra a la acciòn.
Guevara y Chacín decidieron que la mejor forma de explorar lo comunitario era comenzar de una vez a relacionarse con las parroquias. Escogieron trabajar con la fotografía por ser un recurso contemporáneo y accesible. Un niño o una niña de corta edad ya tienen un teléfono con una cámara , y la fotografía es, además, "un lenguaje más cercano a la gente", comenta Guevara.
El trabajo en las parroquias se le encargó a las escuelas de fotografìa que hacen vida en ellas. La Candelaria la tomó el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón; la parroquia Catedral quedó a cargo del Núcleo Fotosensible, y El Silencio fue abordado por la escuela de Roberto Mata.
Luis Chacín asegura que "se hizo mucho énfasis en el patrimonio, en la memoria histórica de cada parroquia y en la carga autoral que le daban las escuelas de fotografía. Todas las fotos fueron hechas en negativo. Tambièn se incluyeron algunas de la colección del MBA sobre la ciudad".
La muestra de estas imágenes fue el inicio de un programa que iba más allá de la exposición; era parte de un proyecto más amplio. Se esperaba que la exposición del trabajo hecho en las parroquias fuese itinerante.
"Cuando haces un trabajo comunitario, debes buscar sitios donde anclar ese trabajo, y nos preció pertinente que las escuelas lo fueran. Sobre todo porque en ellas conviven distintas personas, sin importar su eligión, ni su ideología. Son espacios mixtos y comunes", comenta Guevara.
"En lo personal -agrega- creo que el trabajo comunitario debe tratar de apoyarse en aquello que nos hace converger, buscar convergencia, buscar aquellos motivos que nos unen,".
Los espacios públicos de estas parroquias tenían para el proyecto, especial importancia, pues "son los espacios en los que la gente hace vida; en ellos se pueden ver los hábitos urbanos de las personas. Y se puede advertir además, que incluso espacios muy cercanos entre sí, como la plaza El Venezolano y la plaza Bolìvar, a pesar de que estan a una cuadra, tienen un tipo de pùblico completamente diferente", refiere Guevara.
Proyecto con vida propia.
Por ser un proyecto comunitario, el programa comenzó a cobrar vida propia. Y surgieron cosas que Chacín y Guevara no habían planeado. Eso implicó cierta apertura para entender que si bien el proyecto partía de una idea muy bien concebida, tenía que dar cabida a la respuesta de la gente.
Entonces se reveló el sentido de lo comunitario. El significado de la palabra estaba en la respuesta de la gente, en el hecho de que la comunidad se identificara con el programa y lo sintiera como propio. En elementos como que la comunidad prestara equipos para que las actividades no se cayeran , porque les importaba muchísimo que el programa siguiera.
El proyecto no se quedó allí. Se amplió con talleres de fotografía dictados por Hernán Villar, Rodrigo Benavides, María Teresa Boulton, Esso Álvarez, Edgar Moreno y Zacarías García.
Caracas Oral estableció recorridos con escolares, contando y comentando la historia y la arquitectura de diferentes sitios de la ciudad; diversas instituciones como el Instituto Universitario de Danza, el Metro de Caracas y Fundacenaf también se plegaron a Caracas Ciudad Revelada, apoyando con diferentes actividades.
Una mirada al pasado para rescatar la memoria gráfica y reconocernos, una mirada al futuro para construir la ciudad que queremos. Caracas Ciudad Revelada fue un proyecto en el que las instituciones realmente lograron vincularse con la comunidad en la construcción de alternativas urbanas y en el que las instituciones se articularon entre sí en la búsqueda de un objetivo común, ejemplo a seguir en los tiempos que vivimos.
Héctor Rattia
Originalmente publicado en La Artillerìa Nro 22. Encartado en el Correo del Orinoco del domingo 1ero de agosto de 2010.
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